Jessica salió corriendo de la juguetería, volvió sobre sus pasos para escapar del centro comercial cuanto antes, pero el camino por el que había conseguido entrar se hallaba obstruido por una enorme pared de hielo que antes no estaba allí. Se detuvo y miró a su alrededor para darse cuenta que todo el lugar había cambiado por completo. Ya no estaba nevando, pero ahora que todo parecía estar congelado por alguna razón que Jessica no lograba comprender, el frío era abrumador. El único camino posible que estaba disponible era subir por las escaleras mecánicas, que a pesar de estar afectadas por el hielo, los escalones permitían el libre paso.
Subió tan aprisa como pudo, luego un estruendoso sonido detuvo su andar y alarmó sus sentidos. Apuntó la luz de la linterna hacia la oscuridad que había dejado tras de sí, sabía que lo que sea que estaba atrapado en el almacén de la juguetería había conseguido salir. La visión era deficiente, Jessica no alcanzaba a ver más allá de los escalones que se perdían en la oscuridad, cuando de pronto un temblor sacudió la escalera y la desequilibró. Sucedió de nuevo tras unos segundos, pero esta vez lo acompañó un feroz rugido que provocó un gran temor en Jessica.
Pavorosa, corrió escalera arriba hasta llegar a la otra planta. Tropezó con el último escalón y cayó al suelo. Se arrastró para tomar la linterna, que había soltado por la caída, y se viró para ver qué era lo que la perseguía. El rugido se transformó en chillido cuando lo que parecía ser una enorme pata de cuatro largas y filosas garras fue sorprendida por la luz. La criatura dio marcha atrás de inmediato y pocos segundos después el sonido de su presencia desapareció, pero no así la estupefacción de Jessica por lo que acababa de presenciar; para ella, todo lo que estaba sucediendo desde el accidente era inaudito y sin sentido alguno.
_ Es una pesadilla _ se dijo _ tengo que estar soñando.
Se levantó del suelo, se acercó a las escaleras sin dejar de apuntar la luz hacia ellas en caso de que la criatura aún estuviese al asecho. El pulso de Jessica era terrible, su cuerpo temblaba más por el miedo infringido por aquella enorme garra que por el frío, y eso provocaba que la luz no se quedara fija en algún punto concreto. Pero la criatura no fue lo que más llamó la atención a Jessica en ese momento, si no el hecho de que la escalera estaba incompleta, como si gran parte de ella hubiese sido devorada, y debajo de ella se extendía un abismo sin fondo aparente.
_ ¿Cómo es ésto posible?
Jessica sacó de su mochila una moneda y la arrojó con fuerza al abismo; ella esperaba escuchar que tocara fondo en algún momento, pero nunca sonó. Desistió del asunto, estaba claro para ella que lo único razonable en ese momento era que se encontraba dentro de una pesadilla, pero lo que más le aterraba era que todo se sintiera tan real. Lo quisiera o no, lo creyera o no, esa espantosa realidad era ahora su presente y por lo pronto tenía que encontrar una forma de escapar del centro comercial.