Corazón Congelado - Centro Comercial / Mundo de Hielo (2)

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                <<Vamos, Jessica, no pierdas la cabeza>> Intentaba calmarse a sí misma. Apretaba la linterna con fuerza contra su pecho mientras tumbada en el suelo pensaba en cómo iba a salir de donde fuera que se encontrara – porque llegó un punto en el que ya no estaba segura de siquiera estar en el mundo real –. Recogió la mochila y se puso una vez más en marcha.

                Lo primero que vino a su mente fue la idea de buscar algún mapa para encontrar alguna salida de emergencia, así que caminó por el pasillo tan alerta como se pudiera estar apuntando con la luz a cada rincón y viendo constantemente hacia atrás. Luego de unos pocos minutos consiguió llegar hasta un módulo de información; pasó por encima del mostrador y buscó directamente en las gavetas, pero lo único que consiguió fue un mapa turístico (en el que estaban marcadas las tiendas más populares y de entretenimiento en general, pero no las salidas de emergencia).

                _ Vamos _ murmuró _ tiene que haber algo más útil aquí.
                Siguió revisando hasta que encontró una caja de cerillas junto a dos documentos de identidad manchados de sangre. Frunció el ceño, tomó los fósforos y los guardó en uno de los bolsillos de la chaqueta. Luego vio las credenciales por curiosidad natural; una correspondía a una mujer llamada Miriam Landfall y la otra a un sujeto llamado William Berry, además de eso había una nota:

“A veces hay que regresarle a la vida lo mismo que le hemos arrebatado
Y si tomamos lo que no nos pertenece
Lo menos que podemos hacer es sentir cómo el mundo se viene abajo
Y cómo la vida se desvanece”.

                _ ¡Oiga, usted!

                Jessica levantó la mirada, tan despavorida como aliviada, y no podía creer que estuviera viendo a otra persona. Era un hombre robusto, de estatura media, vestido con un pantalón negro, una camisa blanca manga larga de botones y una corbata negra. A juzgar por el arma que llevaba una funda sujeta a su cinturón y el logo bordado en la camisa blanca, Jessica infirió que podría tratarse de un policía o quizá un miembro de algún tipo de cuerpo de seguridad – lo cual encontraría mucho más útil que el mapa turístico y las cerillas –, pero no se confió demasiado por el momento.
                _ ¿Puede oírme? _ preguntó _ ¿Se encuentra bien, señorita?

                _ Ah, sí, por supuesto _ respondió Jessica como si hubiese recuperado la movilidad tras una parálisis _ En realidad… no, creo que… ¿Quién es?

                _ Me llamo Paolo, pero suelen decirme Paul _ hubo un breve silencio _ Todo esto es una locura ¿No lo crees?

                _ Para ser honesta empezaba a dudar de mi cordura. Pero... si no soy la única en esta pesadilla, entonces puede que no esté loca después de todo.

                      _ Tiene sentido para mí.

                      _ ¿De dónde sacaste el arma, Paul?

                _ Oh… yo… _ hizo un gesto de confusión en su rostro _  soy uno de los guardias del centro comercial; o eso creo, no lo sé, justo ahora todo me parece tan extraño. Pero no debes temer, soy inofensivo, de hecho estoy aterrado.


                Paolo se veía algo torpe y eso le daba algo de validez a su afirmación; quizá era inofensivo, quizá no. Lo que no podía negarse Jessica era que de una u otra forma, él tenía un arma y eso podría significar una gran ventaja si aquella criatura de las garras afiladas volvía o se toparan con alguna otra. Aquello podría ser la diferencia entre salir con vida del centro comercial o morir congelados en la oscuridad.

No tengas miedo... ella no te hará daño.

No tengas miedo... ella no te hará daño.