Doceava Nota - Revelación.



"¿Lo sabes, verdad?... Alessa era una buena niña"

     Ahí estaba ella, la niña que había estado viendo y oyendo todo este tiempo. Estaba sentada en una especie de trono con la cabeza inclinada, lo cual dejaba que su largo cabello oscuro cayera cual cascada. Apenas se podía divisa que iba vestida con un uniforme... escolar... justo como el de aquellos niños que vi en mi visión de Midwich. Estaba algo desdeñada y su rostro tenía restos de cenizas y piel quemada. Nos encontrábamos en un gran salón cubierto por estructuras metálicas. Detrás del trono de la niña había una rendija que dejaba ver las aspas de un gran extractor. Humo de vapor se colaba por entre las ranuras de las rendijas del suelo y todo parecía estar muy oxidado, sin mencionar los vestigios indelebles de sangre esparcidos por el lugar.
     Había algo que me preocupaba en demasía... de hecho, no era algo, eran dos cosas las que me preocupaban. Dos cabezas de pirámide se mantenían de pie a poco más de dos metros el uno del otro, inmóviles, pétreos, tomando una gran estaca de madera con ambas manos y al parecer la mantenían clavada a donde estuvieran sus cuellos. Ya había visto uno antes en dos oportunidades y fue por lejos lo más terrorífico y sádico que jamás haya presenciado. No sé qué pensar de ver a dos de ellos parados justo en frente de mi, como guardando que nadie se le acercara a la niña.


_ He llegado hasta aquí_ dije _ Me has traído hasta aquí y yo acudí _ rectifiqué _ Quiero saber por qué ¿Qué es lo que quieres?
     La niña cruzó una pierna por sobre la otra y descansó la mejilla en su mano.
_ Tan sólo quiero que La Orden deje en paz a Alessa de una vez por todas.
_ Alessa es el siniestro, es la responsable por la eterna oscuridad que recubre nuestras almas...
_ Sus almas están condenadas _ Dijo ella adoptando una postura más agresiva _ Las mariposas rojas te han mostrado la verdad, tú mismo sabes dentro de ti cuál es la verdad. 
_ Quizá haya sido cruel lo que le hicieron a Alessa, yo mismo sentí su dolor cuando toqué la jaula del Gand Hotel... pero La Orden se defendía contra un demonio.
De pronto todo se oscureció y la niña desapareció.
     "¿En serio crees que Alessa es un demonio?¿Es eso lo que realmente crees?"
Escuchaba su voz en mi cabeza _ No tiene sentido _ Me resigné _ Si así fuera... los escritos jamás se referirían a ella como una Santa de la Orden, La Mujer Sagrada, una Diosa.
_ Inmolada, quemada viva hasta lo más profundo de su ser _ Ahora ella estaba detrás de mi, su presencia se sentía muy pesada y por demás caliente _ Pagamos el preció de unos fanáticos que buscaban una salvación que no tienen, bajo una fe que no existe.
_ Un segundo... ¿A qué te refieres con "Pagamos"?_ Me viré ante ella _ ¿Fuiste víctima de La Orden... quién eres?
_ Yo... tengo muchos nombres por aquí. Alguna vez fui Alessa Gillespie, luego tan sólo una proyección astral de ella. Fui la oscuridad de Alessa que sumió este maldito pueblo en el infierno junto con todos sus habitantes. Hice todo lo posible por ejecutar los deseos de Alessa, pero La Orden es muy astuta y nunca morían por completo. Cuando creí derrotarlos, ellos usaron al brujo Walter Sullivan para llevar a cabo un ritual por el cual La Orden tendría el poder de escapar de mi prisión. Atentaron contra la vida personal de Alessa y más tarde contra ella misma.
_ ¿Y dónde estabas tú entonces?¿Cómo es que no te percataste de lo que hacía La Orden en tú prisión.
_ Para ese momento, yo no era más que un recuerdo... cobré vida gracias a que Alessa pisó una vez más éste pueblo. Resolví que la única manera de acabar con todo el sufrimiento de Alessa era matándola... atentando contra lo que fui, lo que defendí y protegí... pero al igual que todo lo anterior, le fallé. Sólo gracias a su gran poder, La Orden fue derrotada de nuevo y yo tomé control total de la oscuridad para que ella pudiera seguir con su vida mientras yo me encargaba de mantenerlos encerrados en Silent Hill.
_ Todo eso sucedió hace mucho tiempo, pudiste haberlos aniquilados a todos ¿Por qué no lo hiciste?
_ Porque no soy una entidad enteramente física, mi poder no alcanza para ejecutar indiscriminadamente, ni siquiera para controlar las criaturas retorcidas que se aparecen por Silent Hill. Los Cabeza de Pirámide me protegen por su propia voluntad, quizá Alessa lo quería así... No, yo sólo puedo mantenerlos atrapados aquí, conducirlos a sus muertes, pero muchas veces no funciona y La Orden crece más rápido de lo que muere.
     >> Verás _ El recuerdo de Alessa ahora estaba sentada de nuevo en el trono _ No eres el único que ha conseguido llegar hasta aquí, no eres el único que tuvo dudas, incluso otros pudieron escuchar mi llamado.
_ ¿Otros?... ¿Por qué?
_ Porque es momento de contrarrestar a La Orden de Valtiel, quienes sean los cabecillas de estos fanáticos. Es momento de que se alce una nueva orden, al servicio de un sólo propósito: La aniquilación total de los grupos religiosos que hagan víctimas de sus obsesiones almas inocentes. Y para ello es necesario un brazo ejecutor para hacer cumplir mi voluntad, la misma voluntad que hubiera querido Claudia Wolf, lo mismo que hubiera querido la mismísima Alessa Gillespie y La Orden: Haremos de éste mundo un verdadero paraíso.

Unas llamas se encendieron, iluminando partes del salón que antes hubieran estado en completa oscuridad. Los cabezas de Pirámide comenzaron a moverse, se sacaron las estacas del cuello y cada uno tomó la dirección opuesta del otro. A cada lado había una larga hilera de personas vestidas con ropajes de las distintas sectas, vendada de los ojos y encadenadas a las paredes. Los cabeza de Pirámide clavaban sus estacas en el pecho de cada uno de ellos y la sangre brotaba en gran cantidad, ellos gritaban de sufrimiento pues morían desangrados al cabo de unos segundos.

_ ¡¿Qué haces?! La Orden ha mantenido un estilo de vida en éste sitio a pesar de tu oscuridad ¡¿Qué hicieron para ser ejecutados de ésta manera?! Ellos no fueron los que te quemaron años atrás ¡Detente!
_ ¿Recuerdas el documento que iban a entregar a La Secta de Valtiel?

     No era necesario que me lo explicara, tampoco consideré tratar de detener a los cabeza de Piramide... Esa pregunta me hizo abrir los ojos por completo. Seguramente aquel documento contenía información de la nueva ubicación de Alessa... L-la Orden, pretendía continuar con sus intenciones de sacrificar a Alessa Gillespie por sus ideales radicales. Por eso debíamos combatir al Siniestro, debilitar el recuerdo de Alessa para poder escapar de Silent Hill, pues sólo el siniestro abre y cierra las puertas de la oscuridad. 
     Todo este tiempo, estuve manipulado por La Orden para ejecutar ideas que no eran mías. Lo veo, Alessa no es más que una víctima de todo esto. Debemos ayudarla.

_ ¡Despierten idiotas! Si no rectifican sus intenciones el cabeza de Pirámide los asesinará a todos.

Algunas personas se habían salvado de ser asesinadas, Cabeza de Pirámide simplemente les pasó de largo y asesinó al que estuviera al lado. Era una purga, aquellos que no tuvieron la fuerza de despertar serían arrojados al infierno junto con los otros. 

_ ¡Vete al infierno, maldita perra!_ Esa voz me era familiar _ ¡No caeré en la tentación del Siniestro, estoy entrenado para eso!

_ ¿Silver?




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No tengas miedo... ella no te hará daño.

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