Cuarta Nota - La Mariposa Roja


Silver me pidió que guardara silencio al menos por un rato. Seguía intentando tirar abajo la puerta principal del edificio a patadas, pero era inútil... entramos por ella gracias a la Oscuridad y ahora se encontraba totalmente cerrada; como si algún objeto pesado estuviese bloqueándola desde el otro lado.

_ ¿Vas a decirme qué demonios está pasando de una vez por todas?_ Rompí el silencio, lo que sucedió hace unos momentos no era algo que estaba dispuesto a dejar a un lado tan fácilmente.

_ ¡¿Y qué rayos cree que pasó?!_ Respondió exasperado _ Están muertos... El Padre Richard, Daark Angel... tú... y también yo _ Extendió sus brazos y dijo con resignación _ Estaremos muertos.

_ ¿Muertos?

_ Lo estaremos si no hayamos la manera de salir de ésta condenada escuela. Por lo que veo no será posible salir por la puerta principal.

_ ¿Por qué...? es decir, yo...

Las palabras resultaban difíciles de expresar. Mi mente quedó completamente en blanco y ni siquiera podía entender lo que Silver estaba diciéndome. Sólo lo veía moverse de un lado a otro y ocasionalmente dar patadas a la puerta. 

"Nadie lo veía así"

Esa voz... vino de atrás. El sonido de su voz hizo eco en mi cabeza; podía escuchar esa frase a muchas distancias distintas y en diferentes tiempos. Me levanté y traté de seguir el origen de quien susurrara esas palabras. 

"Nadie lo veía así"

_ ¿Escuchas eso, Silver?... ¿Silver?...



Silver no estaba. Mi sorpresa fue tal que sentí un lento escalofrío subir por mi columna vertebral. Di unos cuantos pasos hacia atrás y luego exhalé un poco de aire para calmarme. Revisé la entrada de la escuela para asegurarme de que siguiera cerrada. Entonces, sentí una presencia correr a mis espaldas desde un extremo del pasillo a otro. 

Corrí tras la presencia con la esperanza de que se tratara de Silver, estar sólo fuera de la Iglesia Balkan era aterrador. Además, no quería terminar como Angel o el Padre Richard. Por lo que comencé a desesperar al gritar el nombre de Silver y no recibir respuesta alguna.

Una de las puertas del pasillo se encontraba abierta, y aunque el miedo ahogaba mis movimientos, conseguí el valor suficiente para adentrarme más en la escuela. A la derecha habían unas escaleras que daban tanto hacia arriba como hacia abajo, a la izquierda había... alguien.

_ ¡Ey! ¿Quién eres?

No podía distinguir de quién se tratara, pero estaba seguro de que sólo era una niña. Tenía el cabello largo y a la distancia se podía ver que su ropa era de color... ¿Morado? Salió corriendo hacia la derecha, por una gran puerta. Yo corrí tras ella lo más rápido que pude, de pronto el miedo ya no invadía mi cuerpo; fue sustituido por una repentina sed de respuestas. Abrí la gran puerta y la niña ya se hallaba cruzando por otra gran puerta que pude ver cerrarse tras ella. Me apresuré a su encuentro pero al momento de cruzar la segunda gran puerta... ella ya no estaba. 

Miré a ambos lados y deduje que si no estaba al otro lado del pasillo, lo más probable es que haya subido las escaleras. Sí, el sonido de sus pasos en el piso de arriba lo confirmaron. Subí a toda prisa y escuché el sonido de una puerta cerrándose con fuerza. El corazón empezaba a palpitar con mayor rapidez a cada paso que daba con lentitud. Intenté abrir la primera puerta, pero estaba cerrada. La segunda puerta tenía el manojo dañado, pero pude empujarla un poco y me percaté de que aquello era un salón de clases; se veía una gran pizarra verde con una palabra escrita en ella, indivisible desde el ángulo en el que me encontraba.  

Para mi sorpresa, la tercera puerta se encontraba abierta. Era casi como si se me estuviese invitando a entrar. Y yo acepté la invitación. Me adentré en el salón y caminé por entre los pupitres. En la parte del fondo habían papeles, libros y cuadernos amontonados sobre una mesa. El polvo los hacía parecer todos iguales, pero uno de ellos destacaba por el dibujo de una mariposa con crayón rojo. Lo tomé y me dispuse a abrirlo.

_¡Bruja!

Me giré inmediatamente del susto en respuesta al grito. Había un niño por cada pupitre del salón que no eran menos de quince.

_¡Ahí está la bruja!

Uno de los niños me señalaba y no paraba de repetir lo mismo. Pronto, los demás niños se unieron a él y gritaban muy fuerte, tanto que comenzaba a aturdirme.

_¡Quemen a la bruja! ¡Quemen a la...br..! ¡Qur... s... zgryaa!

Ya no escuchaba palabras, ahora eran gritos agudos y desgarradores. El rostro de los niños se desfiguraba, la carne se les desprendía de las mandíbulas a la par de que sus dientes caían al suelo bañados en sangre ennegrecida. De sus manos emergieron alguna especie de exoesqueleto afilado en forma de garras y comenzaron a caminar hacia mi.

Estaba completamente bloqueado, ambas puertas del salón parecían estar a kilómetros de distancia en ese momento. El tiempo pareció volverse más lento y pesado. Vi una mariposa volar por entre los niños abominables y posarse en la ventana del salón. Y ahí estaba ella, la niña vestida de púrpura; de pie en el patio de la primera planta, podía verla incluso desde tanta distancia. Y sentí una corazonada... un impulso... por alguna razón creí que todo iba a resultar bien.

Hube de aventarme por la ventana... y lo último que que escuché antes de dar con el suelo fue:

"¿Lo has visto... cierto?"

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No tengas miedo... ella no te hará daño.

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